Señor Sánchez,
Quizá ahora no quiera o no le convenga recordar que usted llegó a presidente del Gobierno gracias al apoyo explícito que el independentismo dio a una moción de censura al señor Rajoy. Sin nosotros hoy usted no sería presidente. De eso no hace tanto, apenas un año, y por aquel entonces yo ya estaba en la cárcel. Pero aún y así, gracias al independentismo se pudo expulsar de la Moncloa a esa derecha rancia que ordenó golpear a demócratas el primero de octubre. Algo que el mismo PSOE denunció entonces porque, según decían, afeaba la imagen internacional de España. Quizá eso tampoco quiera recordarlo ahora.
No hace falta que le explique cuántos motivos teníamos para echar a Rajoy y qué pocos para auparle a usted a la presidencia del Gobierno. Pero a pesar de la represión, lo hicimos con una sola condición: el diálogo. El mismo diálogo del que usted tanto alardeaba, ¿recuerda? Fueron muchos los que le creyeron, por ello la decepción ha sido aún mayor cuando se ha hecho patente que no tiene el arrojo suficiente para servir a su propia palabra y entablar un diálogo franco y sereno. Al contrario. Hoy, en vísperas de una repetición electoral, usted se parece demasiado a esa derecha a la que apartamos del poder, cada vez más aislado, cada vez más autoritario. Según sus propias palabras, Rajoy se fue porque era incapaz de articular una mayoría. ¿Qué mayoría va a amalgamar usted de seguir así, señor Sánchez?
Es razonable temerse lo peor. Usted ya intentó llegar a Moncloa pactando un gobierno con Ciudadanos que ni siquiera vio la luz. Después de ganar las elecciones, nos hizo perder a todos el tiempo escenificando una negociación con Podemos que jamás se creyó. Para, solo al final, desvelar sus auténticas intenciones implorando al PP una abstención patriótica. Desdeñó una mayoría progresista posible solo por su cobardía para sentarse a la mesa y hablar, ¡solo hablar!, con los independentistas. La firmeza de nuestras convicciones dejó en evidencia sus auténticas intenciones y los límites del régimen, agotadísimo, del 78.
Pero mientras usted sigue girando como una veleta, desorientado, intentando aprovechar de donde sopla el viento, nosotros seguimos en el mismo sitio. Porque no vamos a desaparecer, señor Sánchez, asúmalo de una vez. Mientras su mayoría se desvanece, nuestra fuerza crece. El próximo 10 de noviembre volveremos, y volveremos más fuertes. En Catalunya le volveremos a derrotar en las urnas y usted seguirá teniendo el mismo problema. La gobernabilidad en España no será posible hasta que se resuelva su relación con Catalunya.
Y a estas alturas ya debería saber que la represión no es la solución. Créame, sé de lo que le hablo. No habrá ningún grado de represión, por cruel e inhumano que sea, que pueda acabar con las ansias de libertad de la mayoría de la sociedad catalana. Ni tampoco existe ninguna medida de gracia con la que pueda traficar con nuestra voluntad. Olvídese de intentar acabar con un movimiento democrático como el independentismo. Aunque a día de hoy ya son decenas los represaliados que conocen sus comisarías, sus calabozos, sus tribunales, sus fiscales, sus cárceles y el exilio, son millones los que ya no volverán a temer a este estado debilitado.
La mayoría de la sociedad catalana ha mostrado su rechazo a la sentencia que nos castiga con 100 años de cárcel por haber puesto las urnas el primero de octubre. Ya son muy pocos quienes, como el señor Iceta, osan afirmar que la sentencia es justa. Este encarcelamiento vengativo no va a hacer que cambien nuestros valores y convicciones, al contrario, los refuerza. Yo soy hoy más independentista, más republicano, más demócrata al fin y al cabo, que nunca. Y desde aquí sigo pensando que la única salida posible a este conflicto pasa por las urnas, por un referéndum en Catalunya.
De una persona que lidera un partido que se pretende de izquierdas esperábamos algo más. No mucho más, conociendo los antencedentes, se lo digo sin acritud. En menos de una década el socialismo ha pasado de defender un referéndum a descuidar el federalismo en su programa electoral. Lo que no esperábamos era que el fin de este trayecto fuera convertirse en una mala copia de la derecha a la que juntos desalojamos del Gobierno.
Usted especuló con la demoscopia y ahora su frivolidad le pasa factura. No solo no ha resuelto ningún problema, sino que los ha agravado. Ha abierto de nuevo la puerta a la derecha, a una derecha todavía más extrema que la que conocíamos, poniendo en peligro derechos y libertades no solo de los independentistas, ni siquiera de los catalanes, sino de todos los ciudadanos del estado. Y aún así ya no dudo que sería capaz de aceptar el regalo envenenado de su apoyo, explícito o tácito, para intentar mantenerse en el poder.
Todo tiene su tiempo, señor Sánchez, pero el suyo puede que se esté agotando. La historia no le concederá los cuarenta años de margen que han tardado en sacar al dictador criminal de su mausoleo. Yo, en cambio, no tengo prisa, por mucho que me duela no poder ver crecer a mis hijos. Nosotros, los independentistas, no nos levantaremos de la mesa por mucho que nadie se atreva a ocupar la silla que hoy el estado deja vacía. Pero debe saber que el proceso democrático iniciado es irreversible y el futuro de Catalunya lo van a decidir, democráticamente, los catalanes y las catalanas. De usted depende, señor Sánchez, ser parte de la solución o del problema.
Cordialmente,
Oriol Junqueras
Presidente de Esquerra Republicana de Catalunya.